Leonor Argueta Ruano de Méndez

Escrito por César Montenegro. Montenegro es pastor de la iglesia Casa Horeb en Guatemala, donde pertenecía Leonor y donde servía ella como pastora también.

Es muy difícil resumir los dones de nuestra hermana, Leonor Argueta Ruano de Méndez, alguien que ha puesto su vida al servicio del Señor, y que es usado por el Espíritu Santo en las distintas facetas de su ministerio.

La predicación de la Palabra de Dios fue algo muy natural en ella, que disfrutaba compartiendo el mensaje del Reino de Dios.

Lo hizo hasta sus últimos momentos de vida, y a pesar de sus limitaciones físicas, todos/as testificamos que ella tenía en su corazón y en su mente el conocimiento de la Palabra de Dios, de tal manera que sus mensajes eran sencillos en el lenguaje, profundos en su contenido y siempre desafiantes.

Muchas vidas fueron tocadas por su predicación, al estilo de los apóstoles del libro de los Hechos.

Valoramos mucho su tenacidad y fortaleza para seguir adelante siempre, a pesar de las circunstancias adversas algunas veces, y nos dio ejemplo de ello, pues en nuestra Comunidad de Fe no podremos utilizar la expresión: no puedo.

Leonor nos dio ejemplo vivo que con el poder de Dios, podemos proclamar y vivir el mensaje de Jesús, sin importar tiempo o circunstancia.

Su amor por la Palabra, por la vida comunitaria, y su interés por el  bienestar de otros. Sus visitas pastorales, llevando ánimo y confianza en el Señor, fueron actos de amor mostrando la presencia de Dios en su vida y compartiéndola con otros/as.

Leonor tenía fe en Dios, y aunque parezca algo muy sencillo de decir, no todos podemos actuar siempre con fe, pues dependiendo de las circunstancias algunas veces fallamos. Ella nos mostró como se puede y más bien se vive la fe, al estilo de Abraham. Depositando su vida en manos de Jesús, grandes milagros obrando en ella , creyendo y proclamando su Palabra.

Con su vida Leonor nos mostró que aceptar el llamado de Jesús, es y será siempre la opción para una vida nueva, y que caminar con Jesús es aceptar llevar la cruz.

Leonor fue reconocida como una de las primeras mujeres pastoras menonitas en Latinoamérica. Con sus estudios en la Iglesia el Calvario, durante su juventud, y más adelante en el Seminario Anabautista Menonita-Semilla.

Pero más que el reconocimiento académico, tuvo el reconocimiento como Pastora, por su vida y testimonio de fe. Casa Horeb, recuerda a Leonor  como pastora y sierva del Señor, en todo el sentido de la palabra.

Apoyando el ministerio de la mujer y valorizando su papel dentro y fuera de la iglesia. Sirviendo siempre, con ánimo pronto, y con alegría. Diciendo sí, a pesar de las circunstancias.

Vivir estos años en comunidad con Leonor fue para todos/as en Casa Horeb un regalo de vida, y le recordamos con alegría y con gratitud a Dios, por haberle  llamado a caminar con nosotros/as.

Su vida en la Iglesia Anabautista Mundial. Leonor también fue una líder en el seno de la Iglesia Menonita en el mundo,  participó como predicadora en la Asamblea del Congreso Mundial,  fue parte del Comité Ejecutivo de dicho Congreso (1990-97), y participó en muchos foros y reuniones a nivel Latinoamericano y Mundial y fue pionera abriendo espacios de pastorado y liderazgo para la mujer.

Un documento denominado “Recuerdos del Congreso Mundial”  en el que Leonor relata su experiencia en el CMM, dice en su párrafo final:

Cuando partí de Guatemala hacia Canadá, Europa, África e India, salí con una pequeña imagen mental de mi comunidad menonita y de mi propio papel ministerial. La iglesia de nuestro Señor va más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y nuestras manos tocar. Trasciende barreras de raza, idioma y cultura. Dios está edificando el cuerpo de Cristo en todas las naciones, y nosotros somos partes de ese divino proyecto.