La siguiente historia fue adaptada de una entrevista con Pedro Stucky, el pastor actual de la Iglesia Menonita de Teusaquillo en Bogotá, Colombia.
Hemos estado recibiendo a muchas personas desplazadas en nuestra iglesia año tras año, y lo común es que vengan muy asustados y desorientados. Para muchos de ellos es el único lugar donde pueden compartir y donde la gente los escuchará. Los consolará, orará y llorará con ellos, y los ayudará a encontrar soluciones.
Cuando Guiovanni (appellido omitido) vino a nuestra iglesia estaba huyendo de grupos paramilitares en un pueblo fuera de Bogotá. En nuestra iglesia empezó a escuchar sobre el evangelio y una señora de nuestra congregación se preocupó especialmente por él.
Un sábado por la mañana ambos estaban allí para nuestro momento semanal de oración y ayuno. Antes de que Guiovanni se fuera, esta señora oró por él.
Después Guiovanni fue a la casa de su hermana a buscar una maleta, pero cuando llegó, había un taxi frente a la casa. Tres o cuatro hombres saltaron fuera del taxi y trataron de forzarlo a entrar al vehículo para secuestrarlo.
Cuando Guiovanni se resistió, le apuñalaron en la mochila que llevaba. Pero dentro de la mochila había una Biblia y lo que ellos apuñalaron fue la Biblia, de tapa a tapa.
El cuchillo atravesó el Evangelio de Lucas, pero no hirió a Guiovanni. Para ese entonces una patrulla policial llegó y los hombres huyeron.
Guiovanni continuó viviendo en Bogotá. Trabajaba como portero en una plaza de mercado. Las amenazas continuaron, sin embargo, y una vez fue perseguido y recibió un tiro en la pierna mientras trabajaba en el mercado. Así que la señora de la iglesia y su esposo le dieron un lugar para quedarse con ellos en el tercer piso de su casa.
Un día Guiovanni llamó a la iglesia para confirmar que estaría allí para la reunión de las 4:00. Pero nunca llegó. Los teléfonos habían sido intervenidos, y alguien había interceptado la llamada de Guiovanni.
Más tarde, la señora en cuya casa él se hospedaba nos dijo, “Estoy preocupada por Guiovanni. No ha regresado todavía. ¿Estuvo en la reunión de las 4:00?” Le respondí que Guiovanni no había acudido a la reunión. Ambos empezamos a orar.
Mientras Guiovanni se acercaba al edificio de la iglesia esa tarde alrededor de las 4:00, había un auto esperando por él a pocos metros al otro lado de la calle. Otra vez había tres o cuatro hombres adentro, y ellos empezaron a luchar con él para meterlo en el auto.
Mientras lo agarraban, dijeron, “Hubiéramos ido a buscarte a la puerta de ese edificio más temprano, pero no lo hicimos porque siempre hay tantos hombres frente al mismo”.
¡Guiovanni se sorprendió tanto que se puso a reír a carcajadas! El sabía bien que el único hombre que normalmente estaba parado frente a la iglesia era uno disminuido que cuidaba los autos. La verdad es que no había ningún grupo de hombres allí.
Guiovanni entendió que Dios había estado protegiendo el edificio, y eso lo hizo sentir muy feliz. Pero su risa los enfureció a ellos, así que lo patearon en la boca, lo empujaron adentro del auto y lo tiraron en el piso. Iban a llevárselo a Villavicencio, una ciudad en los llanos a varias horas de distancia, para ver “al jefe”.
Lo llevaron a una casa donde lo dejarían hasta el anochecer, y desde allí planeaban salir de la ciudad. Cuando anocheció, trataron de meterlo a empujones en el baúl del auto. Como él se resistió, le clavaron un cuchillo en la pierna.
Metido dentro del baúl, él oraba: “Oh Señor, qué va a pasar ahora? Por favor, sácame de este baúl.”
Cuando estaban saliendo de la ciudad, ¿qué podía haber ocurrido? Se les pinchó una llanta. Así que tuvieron que detener el auto y abrir el baúl donde guardaba la llanta de repuesto.
Guiovanni pensó, “Esta es mi oportunidad”. Pidió permiso para ir a orinar. Y mientras ellos arreglaban la goma pinchada, él saltó al otro lado del camino y corrió en la oscuridad.
El camino estaba al borde de un acantilado. Cuando Guiovanni saltó, un palo se le clavó en el costado. Sus perseguidores hicieron varios disparos en la oscuridad, pero no pudieron verlo. Guiovanni empezó a descender por el terraplén atravesando la maleza, y lo perdieron.
Una hora más tarde, alguien lo encontró en la carretera y lo llevó a un puesto policial. A las 3:00 de la mañana recibimos una llamada de la policía. Guiovanni estaba en un centro de salud en otro sector de Bogotá, y podíamos ir a buscarlo.
Así que esa fue la manera en que Dios sacó a Guiovanni de ese lío.
Traducido al español por Milka Rindzinski.
Vea la grabacion de la entrevista con Pedro Stucky, en inglés: