Todas las Iglesias miembros del Congreso Mundial Menonita que participaron en la reciente encuesta acerca del Perfil Anabautista Global (GAP, por sus siglas en inglés) recibieron las dos preguntas siguientes: “Si el gobierno les llamara a hacer el servicio militar, ¿Qué posición tomarían?” y “¿Está bien que un cristiano pelee en una guerra?”
Para la Convención de las Iglesias Evangélicas Menonitas de Nicaragua (CIEMN), una de las conferencias Anabautistas de ese país que participó en el GAP, estas preguntas no eran para nada hipotéticas o teóricas. Eran parte de la historia reciente.
En 1983, por primera vez en la historia nicaragüense, el gobierno exigió el servicio militar a todos los hombres jóvenes. Pero CIEMN y otras iglesias Anabautistas eran iglesias de paz que entendían que la no-violencia es la respuesta correcta de un cristiano fiel.
Las iglesias mismas todavía eran muy jóvenes en 1983, ya que se empezaron a formar tras la auyda humanitaria brindada ante la devastación del terremoto de 1972. Siete años más tarde, en 1979, la afianzada dictadura de Somoza fue derrotada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Sin embargo, cuando creció la oposición armada al FSLN, el nuevo gobierno se dio cuenta de que necesitaba más tropas y más dinero, y se estableció el servicio militar obligatorio.
“Era algo desconocido para nuestra historia nacional una ley de Servicio Militar Obligatorio y realmente nos tomó por sorpresa”, recuerda Marcos Orozco, líder de la Iglesia Menonita.
“Ni la iglesia y sus líderes, ni sus jóvenes, estábamos listos para asumir el nuevo desafío.”
La gente joven que aceptó el servicio militar tuvo que enfrentar la terrible realidad de que se les pidiera matar a sus compañeros nicaragüenses. Los que objetaron fueron puestos en prisión; otros huyeron del país para evitar el servicio. Sin embargo, estos años fueron también formativos para las iglesias, en especial para la juventud, que en respuesta empezó a organizarse.
“Esas circunstancias adversas fueron un factor determinante para el desarrollo y crecimiento de la iglesia [durante los años de la conscripción],” dijo Orozco.
Y sin duda, las respuestas de los miembros de CIEMN para la encuesta del GAP dan testimonio de ese hecho. Ochenta y seis por ciento de las respuestas de la CIEMN dijeron que renunciarían a participar o buscarían un servicio alternativo en caso de que el gobierno exigiera servicio militar. (El gobierno nicaragüense acabó con el servicio militar obligatorio en 1990.)
La friolera de un 93% respondió negativamente a la pregunta “¿Está bien que un cristiano pelee en una guerra?”
Cuando se les pidió que proporcionaran algunos antecedentes en cuanto a la uniformidad de las respuestas a estas dos preguntas, Orozco indicó lo siguiente:
En los años 1980 [cuando la conscripción fue implantada] reconocimos que habríamos matado a otros hermanos de la iglesia. La iglesia no estaba preparada, pero nosotros teníamos claro que no podíamos hacerlo…que no iríamos a la guerra de ninguna manera.
En 2013 el Comité Central Menonita apoyó la creación de un video para compartir la historia de las iglesias Anabautistas nicaragüenses durante el período de servicio militar obligatorio, basada en entrevistas con miembros de las Iglesias Menonitas y Hermanos en Cristo de Nicaragua. [Leer más sobre el video y la historia de las iglesias nicaragüenses en el sitio web del CMM LACA: http://www.mcclaca.org/es/el-camino-es-la-paz/.]
Los testimonios son conmovedores, y hacen mucho más que simplemente aclarar lo que pasó en ese período histórico:
Traen el pasado al presente y redefinen la “objeción de conciencia” para un contexto en el que la conscripción militar ya no es obligatoria, aunque la violencia está viva y activa.
Como Maynor Curtis testifica en el video, “Yo creo que un objetor de conciencia es aquella persona que poco a poco va entendiendo lo que la Palabra de Dios dice y se va preparando para ponerla en práctica en la vida cuando llegue el momento de confrontar la realidad de la violencia.”
¡Que podamos recibir las palabras de Maynor como un desafío y permitamos que Dios nos transforme en objetores de conciencia tanto en espíritu como en acción!