Esther Mbombo wa Tshipongo fue una mujer fuerte y generosa. A veces, por su dedicación a la iglesia, la criticaban y surgían conflictos alrededor de ella. Un conocido de ella dice, “Su única respuesta fue reprimir sus lágrimas y dedicarse a la reconciliación, aún cuando no fue su culpa.”
Muchas personas recuerdan a Esther Mbombo, que falleció en 2006 a la edad de 70 años, porque fue un personaje de influencia tanto en la Iglesia Evangélica Menonita (CEM) como en el grupo ecuménico Iglesia de Cristo en el Congo (ECC).
Esther fue criada en una familia presbiteriana de Kasai Este, y se casó con Pierre Tshiamala. Pronto después de su matrimonio se trasladaron a Bujumbura, Burundi, donde nacieron los primeros cinco de sus nueve hijos. Salieron de Bujumbura en 1962 y retornaron a Mbuji Mayi, cuando el Congo recién se había independizado.
En Mbuji Mayi Esther continuó asistiendo a una iglesia presbiteriana hasta 1967, en que la pareja compró su propiedad. Casualmente estaba cerca de la primera congregación Sangilayi, ahora CEM.
A Esther le intrigaban dos cosas en cuanto a CEM. Primero, ella se había inscripto a sus hijos en la escuela secundaria de CEM y le agradaban los cultos diarios de alabanza en la escuela. En segundo lugar, valoraba las enseñanzas bíblicas del Pastor Mathieu Kazadi, de la congregación Sangilayi, a la que asistía a veces porque su anterior iglesia estaba lejos de su nuevo hogar.
Decidió entonces hacerse miembro de Sangilayi y ser bautizada de acuerdo con el procedimiento anabautista. Esther fue bautizada junto con aquellos de sus hijos que habían llegado a la edad de razonar, y fue miembro activa de la congregación. Esther en seguida se unió al coro y asombró a la gente no solo con su canto sino con su generoso servicio.
Sus circunstancias personales eran difíciles, pero Esther asumió la responsabilidad de dar la bienvenida a la gente nueva que se acercaba a la iglesia, a menudo regalándoles un pollo que ella proveía. Las autoridades de la iglesia pronto le dieron la responsabilidad del protocolo congregacional. Durante varios años, Esther Mbombo se ocupó de recibir y sentar a las visitas, limpiar la iglesia, y cuidar de los niños durante los cultos.
Varios años más tarde, Esther Mbombo wa Tshipongo fundó y dirigió un coro de mujeres. Este coro todavía existe cinco años después de su muerte. Cuando ella todavía era joven, fue presidenta de las mujeres de Sangilayi y luego de todas las mujeres de CEM, East Kasai.
Una mujer de fe inquebrantable, Esther hizo lo máximo para dedicarse a la causa de las mujeres que se acercaban a ella con problemas. En situaciones felices o tristes, ella era a menudo la primera en responder. Para ella siempre fue importante estar presente en reuniones, fueran eran en su pueblo o lejos del mismo.
Fue una ferviente evangelista y promotora del anabautismo. Acercó a una cantidad de mujeres a la iglesia, incluyendo algunas que antes fueron presbiterianas y reconocieron su afinidad hacia las enseñanzas anabautistas, gracias a la enseñanza de Esther Mbombo. Esther sustentaba y alentaba la fe de sus pares, diciéndoles, “Las exhorto, hijas mías, a ustedes que han estudiado más que yo, a dedicarse al servicio del Señor, porque bien puede ocurrir — una nunca sabe lo qué puede suceder, que yo me vaya de este lugar o deje este mundo”.
Toda esta actividad ocasionó alguna fricción en su familia —con Pierre, su marido, con los miembros de su familia, y con otras mujeres. Por causa del tiempo que dedicaba al servicio del Señor, sus frecuentes ausencias y llegadas tarde a casa, había personas que la llamaban estúpida o infiel. Pero Esther no renunciaba. Siempre decía, “Dios es todo para mí”.
En una ocasión llegó tarde en la noche a su casa luego de una misión. Algunas de su grupo decidieron acompañarla para protegerla del enojo de su esposo. Una de estas mujeres informa que Pierre había trancado la puerta y se negaba a hablar con su esposa o abrir la puerta. Esther con amabilidad envió a sus defensoras a casa, diciendo, “Si Pierre no quiere abrir, pasaré la noche frente a la puerta”.
Ante cualquier queja, crítica, falsa acusación, o insultos de su esposo, su familia y otras personas, Esther permanecía firme y persuasiva. Su fe irradiaba en la vecindad, en la iglesia y en su hogar. Para justificar sus idas y venidas, ella respondía a los parientes de Pierre, “Hago todo lo que es necesario para la familia. Los alimento, educo a los hijos. Más allá de lo que hago por la familia, tengo el deber de trabajar para el Señor también.” Finalmente ella atrajo a su esposo a la iglesia.
Esther era una infatigable movilizadora de mujeres. Su capacidad para dirigirlas la llevó al cargo de vicepresidente de las mujeres de CEM. Estas nuevas responsabilidades también contaron con la aprobación de las mujeres y la confirmaron como una buena cristiana.
Ella se propuso evangelizar y exhortar a las mujeres de East Kasai, recordándoles que no iba a estar para siempre con ellas. Esther Mbombo estaba preocupada por la búsqueda de paz en el corazón de CEM, que se encontraban dividida por conflictos en el liderazgo entre el Pastor Zacharie Nkumby y el Pastor André Ntumba. Trató en 1993 de reconciliarlos. Aunque ella fue golpeada por partidarios del primero cuando invadieron la iglesia, Esther no dudó en perdonar a sus torturadores durante las reuniones reconciliatorias organizadas por CEM en 1998 y 2006. Esther era partidaria de la no-violencia y nunca devolvió mal por mal, ya sea en sus deberes oficiales o en su vida matrimonial.
Las autoridades de la Iglesia de Cristo en el Congo East Kasai (ECC) le pidieron que se uniera al coro ecuménico Thousand Voices (Miles de Voces), que reunía a mujeres de todos los grupos protestantes, y lo dirigiera. Su influencia fue tan grande que todavía es recordada en todas las grandes reuniones de la iglesia.
Pero la más grande contribución de Esther a ECC fue una lección de justicia y verdad, que lamentablemente hizo que sus hermanos y hermanas biológicos la rechazaran. Uno de sus hermanos estaba en un conflicto de líderes con el entonces presidente de la ECC East Kasai que también incluía a la iglesia presbiteriana. A causa de esto, sus hermanos exigieron que ella dejara la coral Thousand Voices. Pero ella se rehusó, diciendo, “Si realmente somos cristianos, nunca podemos dividirnos en base a diferencias tribales.”
Esther falleció en 2006. Benjamín Mubenga, presidente de CEM, recuerda cuánto es echada de menos todavía. Notando que no se había provisto alimentos para los participantes en una reciente reunión denominacional, él declaró, “Esta falta de comida me recuerda a Mbombo wa Tshipongo, que nunca dejó de esforzarse para movilizar a las mujeres para que proveyeran alimentos en tales situaciones.”
Fuente: Jean Félix Chimbalanga. “I’ll spend the night in front of the door” (Pasaré la noche frente a la puerta). En The Jesus Tribe: Grace stories from Congo’s Mennonites, 1912-2012, ed. Rod Hollinger-Janzen, Nancy J. Myers, Jim Bertsche. 176-179. Elkhart, Indiana: Institute of Mennonite Studies, 2012.
Traducido por Milka Rindzindski.