Durante muchos años, en tiempos difíciles las familias aborígenes de Taiwán solían vender a sus jóvenes hijas a la industria de la prostitución, controlada por la mafia. Los grupos de defensa del niño calculaban que había unas 60.000 prostitutas en aquella época. Katherine Wu (Wu Fang-fang), una pastora menonita de Hualien, Taiwán, se dio cuenta Sigue Leyendo…