Nota: Este relato ha sido actualizado.
En la aldea de Sidi, Burkina Faso, los cristianos menonitas enfrentan la pérdida de acceso a las tierras que cultivan debido a su creciente convicción de que los requisitos para el uso de las mismas no concuerdan con su fe en Jesucristo.
En Sidi, un grupo de líderes de la aldea administra la tierra y la fracciona para familias y grupos, en su mayoría agricultores. Esos líderes no son los propietarios, pero supervisan el uso de la tierra para asegurar que cada quien tenga suficiente para cultivar los alimentos que necesita para su familia.
A cambio de cultivar la tierra, los residentes de la aldea deben proveer un pollo vivo y cuatro litros de dolo, una cerveza de mijo hecha localmente. Los jefes de la aldea emplean estos artículos para sus sacrificios a los espíritus de la tierra.
El primer cristiano de Sidi, Seydou Sanogo, se estableció allí en 1988. Luego de una campaña evangelística en 2011, empezó a formarse una congregación menonita conectada con la Iglesia Evangélica Menonita de Burkina Faso (Eglise Evangélique du Burkina Faso).
Al principio, Seydou Sanogo y otros cristianos cumplieron con la exigencia de los líderes de la aldea de Sidi para el uso de la tierra. Pero a medida que crecía la comunidad menonita se empezó a sentir incómoda. Aunque los cristianos no estaban presentes cuando se realizaban los sacrificios, sintieron que de alguna manera indirecta estaban participando.
Así que dejaron de llevar los pollos y el dolo a los líderes de la aldea. Como deseaban cumplir con el espíritu del intercambio, sin embargo, propusieron una forma alternativa de agradecerles mediante un regalo de dinero y de los productos de las granjas. Estos serían regalos verdaderos para mostrar su agradecimiento por las tierras, y los líderes quedarían libres para usarlos como quisieran.
Pero los líderes de la aldea interpretaron la actitud de los cristianos como un acto de desobediencia y un quiebre en la relación. Temieron que si permitían a los cristianos proponer un sistema alternativo de intercambio, otros se animarían a dejar de lado las leyes tradicionales que hacían posible las relaciones y el orden en la vida de la comunidad de la aldea.
En medio de este conflicto, los cristianos menonitas de Sidi temen que perderán las tierras que labran, y por lo tanto, su medio de vida. Sin las tierras, no podrán permanecer en la aldea. Todavía peor sería que las tierras les sean confiscadas después que ya hayan realizado la siembra de la estación.
Y por cierto, esto es lo que los líderes de la aldea esperan—que los cristianos menonitas se vean forzados a salir de Sidi. Sin embargo, los cristianos han decidido que continuarán adorando a Dios en Sidi, hasta que se les impida hacerlo. Y, gracias a Dios, hasta ahora han podido seguir con la siembra de sus cultivos, sin intromisión de los líderes de la aldea.
Los cristianos menonitas de Sidi creen que Dios está obrando en medio de las dificultades que enfrentan y que Dios está usando el conflicto para hablar al pueblo de Sidi. Ellos levantan la luz de Cristo y esperan que su testimonio permita que los líderes de la aldea y otras personas vean la verdadera naturaleza de la fe cristiana, que busca reconciliación y no división. Por cierto, ¡se preguntan si como resultado de este conflicto los mismos líderes de la aldea llegarán a ser siervos de Dios!
Actualización (Mayo 2016):
Al llegar la época de la cosecha (a fines de 2015) los creyentes de Sidi tuvieron la idea de acercarse al jefe para ofrecerle ayuda con la cosecha del algodón. Y lo hicieron. ¡Y él aceptó!
Este acto de amor y humildad quebró la hostilidad que el líder del campo había demostrado anteriormente. Al aceptar la oferta de que le ayudaran en su campo, él estaba aceptando que ellos fueran parte de la aldea.
Actualmente, la tensión en la aldea ha disminuido notablemente, y los cristianos están otra vez preparándose para hacer sus siembras. Los creyentes se reúnen regularmente para la alabanza. El edificio de la iglesia, que el líder le había amenazado con destruir, todavía está de pie.
Y la iglesia está viva y bien en Sidi. Su lealtad a Jesús, quien nos dijo ‘amad a vuestros enemigos, y orad por aquellos que os persiguen’ brilla tanto dentro de la aldea como mucho más allá.
Escrito por Elizabeth Miller y Siaka Traoré, con ayuda en la traducción de parte de Lynda Hollinger-Janzen. Actualización ofrecida por Rod Hollinger-Janzen. Traducido del inglés por Milka Rindzinski.